Desde que despertamos y miramos el teléfono hasta que apagamos la luz por la noche, estamos rodeados de notificaciones, publicaciones y mensajes. Pero ¿alguna vez te has preguntado hasta qué punto inciden las redes sociales en tu vida? ¿Qué tan dependiente eres de ellas? ¿Cómo te afectan realmente en el día a día? Las redes sociales nacieron como herramientas para conectarnos. En sus inicios, la propuesta era más simple: mantenernos en contacto con amigos, familiares, compañeros de estudio o de trabajo. Pero en apenas dos décadas se han convertido en algo mucho más grande y complejo. Hoy son espacios para encontrar amigos, hacer esa búsqueda de tarea que antes hacíamos en la biblioteca, juegos para entretenernos o pasar el rato, comercio o conseguir el próximo producto a comprar, hacer activismo social, expresarte e incluso buscar trabajo. Y por eso mismo, han transformado nuestra forma de relacionarnos, de consumir contenidos y de construir nuestra identidad. Para ponerlo en perspectiva, actualmente hay más de cinco mil doscientos millones de usuarios activos en redes sociales en todo el mundo, más del sesenta por ciento de la población. La cifra es enorme. Plataformas como Facebook, con más de tres mil millones de usuarios, YouTube, con dos mil quinientos millones, e Instagram, que ronda los dos mil millones, se han vuelto gigantes en cuanto a seguidores. TikTok, la más reciente, es hoy la aplicación en la que la gente pasa más tiempo por sesión: su algoritmo ofrece un flujo infinito de videos breves que atrapan y entretienen. En América Latina, la presencia es altísima: casi nueve de cada diez personas usan redes sociales y dedican en promedio tres horas y media al día a ellas. Este nivel de uso tiene un impacto real en nuestras rutinas y emociones. Las redes sociales nos conectan, sí, pero también compiten por nuestra atención y muchas veces se vale decir que también desconectan. Cada vez que recibes un “me gusta”, un comentario o una nueva historia, se activa en tu cerebro una pequeña descarga de dopamina, el neurotransmisor relacionado con el placer y la recompensa. Los diseñadores de estas plataformas lo saben y construyen experiencias que te invitan a volver una y otra vez. Esto no significa que sean “malas” por sí mismas, pero sí que están optimizadas para captar tu tiempo y tu mirada. Y que generen un resultado a nivel de la bioquímica cerebral que es bueno conocer para saber a qué exponemos al cerebro. Este asunto ya lo mencionamos indirectamente en el episodio que conversé sobre el grado de concentración que se tiene hoy en día y que se ha visto realmente afectado por la influencia de la sobreestimulación de redes sociales. En la transcripción el enlace a ese episodio si no lo has escuchado. Volviendo al tema, ¿te ha pasado que entras a Instagram para ver una notificación y, sin darte cuenta, media hora después sigues desplazándote por el feed? ¿O que sientes ansiedad si no revisas tus mensajes? Esto tiene nombre: dependencia o uso problemático de redes sociales. No se trata sólo de cuántas horas pasas conectado, sino de cómo te sientes cuando no puedes acceder, de si interfiere con tu sueño, tu estudio, tu trabajo o tus relaciones cara a cara. Distintos estudios han encontrado que el uso excesivo de redes sociales se relaciona con más ansiedad, más síntomas depresivos y con la famosa sensación de FOMO, el “fear of missing out” o miedo a perderte algo. Ves las fotos de viajes, fiestas, logros de otras personas y piensas que tu vida no es tan interesante. Este tipo de comparación constante puede afectar la autoestima y generar insatisfacción. Entre adolescentes, la exposición diaria a imágenes retocadas y vidas aparentemente perfectas tiene un efecto notable en cómo se perciben a sí mismos. Y no es un problema solo de jóvenes: adultos de todas las edades pueden experimentar ansiedad, irritabilidad o desconexión si pasan muchas horas en redes. Otra área en la que las redes sociales influyen es el sueño. Y de esto sí que tengo experiencia. La luz azul de las pantallas y la estimulación constante de notificaciones hacen que, si usamos el teléfono justo antes de dormir, nuestro cerebro tarde más en relajarse. Y los procesos con la melatonina se altera haciendo que duermas menos y peor con un sueño más ligero y dificultades para alcanzar el sueño REM. También durante el día las notificaciones interrumpen tu concentración y esto afectar tu rendimiento académico o laboral. Es decir, no solo importa la cantidad de horas, sino los momentos en los que usamos las redes y cómo lo hacemos. En aquel episodio de la concentración recuerdo que Una investigación realizada en Canadá por Microsoft en 2015 reveló que en promedio, el intervalo de atención de los humanos bajó de 12 segundos a finales del siglo pasado, a ocho segundos con el nuevo milenio, pero eso sin contar que el año de la pandemia fue un año crítico por la sobreestimulación a la que estuvimos también expuestos. Sin embargo, no todo es negativo. No olvidemos que las redes sociales son también un recurso valioso para mantener contacto con familiares lejanos, para hacer negocios, para aprender, para difundir causas sociales y para encontrar comunidades con intereses comunes. Muchos movimientos sociales actuales han ganado fuerza gracias a estas plataformas. Para personas con dificultades para socializar en su entorno cercano, pueden ser una ventana para relacionarse y encontrar apoyo, como ya hablaba hace un rato. El usuario promedio usa casi siete redes sociales distintas cada mes. Eso significa que no solo dedicamos tiempo a una, sino que saltamos entre varias plataformas: Facebook, Instagram, TikTok, WhatsApp, Telegram, YouTube, Twitter/X, LinkedIn. Cada una con sus propias dinámicas, notificaciones y estímulos. Esto fragmenta la atención y amplía la sensación de estar “siempre conectado”. Pero realmente ¿será asi? Yo me enfoco en una u otra, no tengo TikTok porque pienso que mi atención y foco se destruiría por esa red social, no hay análisis, reflexión, nada… solo es consume, consume… y tú Cesar? Pues en general no soy mucho de usar redes sociales, solo tengo una que reviso 25 min al día y de las otras solo si requieren mi atención. Otro dato muy interesante: el gasto global en publicidad en redes sociales sigue creciendo y se espera que supere los 270 mil millones de dólares en 2025. Esto nos recuerda que las redes no son neutras: su modelo de negocio depende de mantenernos enganchados para mostrar anuncios. Cuando pensamos en nuestro consumo de redes, también es útil recordar que nosotros, nuestros datos y nuestra atención son parte del producto. No lo olvides. ¿Cuánta publicidad ves? y ¿cuánto compras? Entonces, frente a este panorama, la pregunta clave no es tanto si debemos usar redes sociales o no —para la mayoría de nosotros sería casi imposible no usarlas en absoluto—, aunque conozco un par de estudiantes que no tienen y dicen no hacerles falta, sino cómo las usamos. Por eso, algunas estrategias sencillas pueden marcar la diferencia. Por ejemplo, establece límites de tiempo, especialmente en horas sensibles como antes de dormir (al menos 2 horas antes de dormir) desconéctate; desactiva notificaciones que no son urgentes para reducir interrupciones; sé consciente del propósito con el que entramos a la red: ejemplo, si abres un perfil en instagram,¿buscas algo concreto o simplemente estas aburrido o aburrida?; practicar la desconexión intencional, como días sin redes o espacios en casa libres de pantallas. Ya mucha gente se está dando cuenta de lo imperioso de esto, a tal punto que se hacen retiros de desconexión y todo. Y tienen gran éxito por lo que veo porque se agotan en poco tiempo. También es importante que seamos usuarios activos en vez de pasivos, esto quiere decir que cuando solo consumimos contenido sin interactuar, tendemos a compararnos más y sentirnos peor. Por el contrario, cuando usamos las redes para aprender, crear, compartir o relacionarnos de manera auténtica, los efectos negativos tienden a reducirse. Además tengamos en cuenta algo, hay que mirar con ojo crítico. Recuerda que las imágenes suelen estar editadas, que los algoritmos nos muestran lo que más retiene nuestra atención y que el número de “me gusta” no define nuestro valor. Así como no creer en todo lo que ves o las noticias que escuchas. Pues bien, las redes sociales inciden profundamente en nuestra vida, en nuestro día a día. Son espacios que podemos usarlas a nuestro favor pero también son entornos diseñados para capturar nuestro tiempo y secuestrar nuestra atención si no estamos atentos. Somos bastante dependientes de ellas, y esa dependencia varía según la edad, quienes somos, el ambiente, los hábitos y las reglas que nosotros mismos establezcamos.. La clave está en que equilibres los beneficios con los riesgos, lo bueno con lo malo construyendo una relación más consciente y saludable con estas herramientas. Hagamos un ejercicio para despedirnos: la próxima vez que abras tu aplicación favorita, pregúntate: ¿para qué entro? ¿Qué siento mientras la uso? ¿Cómo me afecta cuando no puedo hacerlo? y cuéntanos en los comentarios. 🔴 Consigue aquí materiales exclusivos de cultura, história y curiosidades de Latinoamérica 🔴 Todos los episodios gratuitos del Podcast Español Con Todo Créditos #078 - Las redes sociales ¿Cómo inciden en nuestra vida?
¿Qué son las redes sociales?
Conozcamos algunos datos curiosos de las redes sociales
domingo, 5 de octubre de 2025
Las redes sociales ¿Cómo inciden en nuestra vida?
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